Galería Weber-Lutgen _ FRÁGIL, DELICADO, SUTIL…

Como un pájaro que ensucia su propio nido, el ser humano parece no ser consciente de la extrema fragilidad del planeta en que vive. El débil equilibrio en que se sostienen los recursos naturales se deteriora con mucha más facilidad de lo que jamás hubiéramos imaginado, dando así lugar a eso que conocemos como “antropoceno”: una época geológica en la que el impacto medioambiental y sus repercusiones sobre el clima y la biodiversidad es ya irreparable. El futuro de la especie está en peligro por la incapacidad de adaptarnos y poner freno al estropicio que nosotros mismos causamos.

Una manera de expresar esta decrepitud de lo natural radica en las propias formas que el artista encuentra, quebradizas y propensas a estropearse, como son las hojas, fibras y fragmentos de vegetales; o las alas de insectos y las huellas dactilares de los humanos, ambas provenientes del reino animal. Siempre filamentosas, desmadejadas, como las nervaduras que restan tras la muerte de los seres que estuvieron vivos mientras se transforman en humus. Y a pesar de todo son extremadamente delicadas, tanto en su apariencia exterior, como en la refinada elegancia que sugieren.

Transformar estas visiones en escultura no es tarea fácil para las manos que manejan el siempre duro metal. Ello es sólo posible gracias a la sutileza y delgadez que se puede hoy alcanzar mediante los cortes realizados con tecnología láser, donde el rayo es conducido por los itinerarios de curvas previamente dibujados en la pantalla del ordenador.

En definitiva, esta es una exposición sobre un mundo en declive, una naturaleza con fecha de caducidad impuesta por los desvaríos de la naturaleza humana, un compromiso con los restos de una ecología que se observa y expresa en todo aquello que es frágil, delicado, sutil…

Vídeo de María AA, ediciones Yattá.