PARAÍSO PERDIDO

Más que una época de nuestras vidas, más que un primer deambular por la existencia, la infancia es ante todo un estado mental; algo que nunca existió realmente, pero que se presenta como un espacio y un tiempo inundado de gozo, donde se respiraba un aire puro bajo el cielo azul, y los días fluían en armonía con uno mismo. Es decir, aquello que más se parece a un paraíso. Quizá sea porque en los primeros años la mirada es clara y diáfana, sin sombras que embrollen lo que se admira, y el mundo es todo sorpresa, curiosidad y deleite. Hasta los nueve años viví en este lugar en el mundo que es mi pueblo natal (con nombre de mujer medieval) y ello lo hice con los ojos muy abiertos a un mundo de sensaciones que ante mí desfilaban: los paseos por la sierra al salir de la escuela, la construcción de una choza sobre una higuera o de un sombrajo con cañas o cartones, la búsqueda de fósiles, el misterio peligroso de las cuevas en que nos introducíamos, la fascinación por las candelas en la noche…

No quisiera caer en lo almibarado del recuerdo, ni negar las tristezas que también  hubieron, pero sí reconozco que en aquellas rurales y sencillas impresiones estaban las claves para dar forma a un modo de entender el arte: reconocer las formas de las diferentes especies vegetales, mirar al trasluz las nervaduras de una hoja, observar las retículas filamentosas de las alas de un cigarrón, de una libélula, o de cualquier insecto que encontraba muerto, vivir entre mares de olivos… Todo un imaginario de formas, que debidamente tamizadas por esa herramienta selectiva que es la memoria, conforma la iconografía de cuanto es delicado, sutil y efímero, que intento dar forma a través de mis esculturas. En definitiva, si bien es cierto que la infancia es ese “paraíso perdido” que dejamos atrás, el arte es lo que nos da la posibilidad de transformar aquellas vivencias en un “paraíso recobrado”.

Esta exposición muestra algunas series de piezas elaboradas en los últimos años en acero, que son trazadas digitalmente, y cortadas mediante tecnologías de reciente aparición como el oxicorte y el láser, muchas de ellas a la manera de dibujos en el aire; en otras ocasiones adquieren un cierto realismo modelando las superficies sobre el yunque; para después soldarlas, pulirlas o darles pátinas oxidadas o pavonadas.

noticia paraiso perdido Cartel

Exposición individual
Salas de exposiciones de la Casa de la Cultura de Doña Mencía
5 al 25 de septiembre
Abierto de martes a domingo, de 19 a 21 h
Inauguración: sábado 5 de septiembre, 21 h.