ArtSur. Arte en acción. 2022

La identidad no es sólo un conjunto de surcos que el azar trazó sobre las yemas de nuestros dedos, como unos rasgos inamovibles, con los que se pueda distinguir a la persona. Tiene mucho de turbulenta impermanencia, laberinto existencial, espiral de anhelos que se ciernen sobre uno mismo. El yo pudiera parecer un cuerpo sólido, estable, de entidad definida, pero basta contemplarse sosegadamente para constatar que tenemos en realidad múltiples identidades. Somos en esencia poliédricos, interpretables, analizables desde muchos puntos de vista. Las heridas que el transcurso del tiempo dejó sobre nuestros dedos, de alguna manera escribieron la historia de nuestros sufrimientos. En ocasiones, las cicatrices fueron tan grandes que dan la sensación de fisurar la identidad, resquebrajarla e incluso llegar a escindirla.

Todos estos aspectos que largamente he trabajado en las últimas series de obras, vienen a combinarse en esta pieza con uno de los ejemplos icónicos de la psicología Gestalt, el jarrón de Rubin, el ejemplo prototípico de que no podemos percibir simultáneamente la figura y el fondo, por lo que siempre existen elementos que la conciencia aprecia, y otros que prefiere ignorar. El fondo que no llega a ser figura, sin embargo tiene un enorme poder en el inconsciente: todo es cuestión de cómo percibirnos.

Como rezaba en lema de la escuela psicológica y filosófica, “el todo es más que la suma de las partes”; es por ello, que con los vacíos de las piezas mayores, he realizado otras formas abstractas como prolongados filamentos, una espiral, o un haz de hipérbolas.; es por ello, que con los vacíos de las piezas mayores, he realizado otras formas abstractas como prolongados filamentos, una espiral, o un haz de hipérbolas.